lunes, 23 de abril de 2012

BMP. CAPÍTULO II: LÁGRIMAS

[Imagen Original: Maybe Autor: Burcum Baygurt]

[...] Me despierto antes que el despertador suene. Y sé que a iniciado otro hermoso día. Día en el que veré a María en la oficina. [...]

07:00 a.m. - Tan puntual como siempre, me pongo a pensar que pasé otra noche sin poder descansar. Cada noche es siempre lo mismo, desde aquella mañana en que conocí a la chica nueva de la oficina.

07:05 a.m. - Me levanto de la cama y lo primero que hago es abrir las cortinas de mi cuarto y dejar que la luz del sol ilumine la oscuridad que abruma mi dormitorio. Abro las ventanas de par en par, respiro fuertemente y agradezco al universo el darse el lujo de crear una mujer tan hermosa como María. [...]

Voy al baño y los recuerdos regresan a mi, observo mi reflejo en el espejo y me pregunto: "¿Algún día te olvidaré?"; la sonrisa habitual de cada mañana al recordarte no desaparece, sigue allí aguardando quizás el día en que por fin te encuentre. Pero... este día no será el día que te encuentre; este día le pertenece María y a mis sentimiento, pues hoy se harán públicos.

[...] Me apresuro pues... dentro de poco la volveré a ver. [...]


07:20 a.m. - Termino de arreglarme, hoy me puse mis "mejores galas" para ver si aumentan mis probabilidades de agradar más a María. Mientras escucho detrás de mi, al mejor vestido que yo, conductor de noticiero narrando las primicias matutinas; otra vez muertes y asesinatos, pero esta vez siento una gran pena por las vidas que se pierden y desaparecen en tan solo un instante.

07:30 a.m. - Sonrió al recordar cuando bajaba apurado las escaleras, y ahora soy el primero en subir al bus. Para mi sorpresa encuentro un asiento vació que gustosamente sedo a una señora que se encuentra en la dulce espera. Mientras voy pensando las palabras que le diré a María mientras estemos solos, una y otra vez trato de aprender las palabras que escribí en un momento de inspiración, que parecen ser muchos desde que la conocí; eso sonó bonito, quizás lo agregue en alguna parte de mi declaración amorosa.

08:05 a.m. - Otro día más que llego temprano desde aquel día en que conocí a María. Ella siempre llega temprano y eso me da motivos para yo también hacerlo, así paso más tiempo con ella. La espero fuera de la oficina para un encuentro "ocasional", la veo llegar al frente de la acera, me mira y sonríe tímidamente. Se acerca a mi y me saluda con un tierno beso en la mejilla - "Vaya que eres puntual... esta vez me ganaste tú... mañana llegaré más temprano, ya lo verás." - me dice con una sonrisa en los labios a medio terminar, mientras acomoda su cabello detrás de sus hombros.

"Entremos antes de que se nos haga tarde." - Me toma de la mano y me guía dentro del edificio, como cada mañana desde que descubrí que ella era una de las primeras en llegar temprano.

08:10 a.m. - Miro mi reloj mientras trato de no pensar en que la mano de María toca la mía, mas... por un breve momento siento que estoy en el paraíso. Sé que me encontrare con lo mismo, otra vez, la misma oficina, la misma recepcionista ocupándose en su vida personal, la misma secretaria que cada día se sorprende más de lo temprano que llego, los mismos compañeros, el mismo cubículo que desde que conocí a María trato de arreglar lo mejor que puedo y para terminar al mismo jefe tan "amable y bonachón". Pero desde que conocí a María ya no me percato de nada más que ella, solo quiero ver su sonrisa que me brinda alegría y hace que mi día sea especial.

Me ubico en el cubículo de siempre, ella me mira y con un sutil movimiento me indica que este día cenaremos juntos, como lo hacemos siempre desde que llego a la oficina; sonrío en complicidad y afirmando que cenaremos juntos, pero estoy muy nervioso así que trato de concentrarme en mi trabajo, pero en lugar de eso solo repaso los versos que le escribí.

Mis manos sudan como lo hacían antes de cada exposición de algún tema en la universidad, pero ahora solo puedo pensar en ella y en que se encuentra justo al otro lado de la oficina. Veo el reloj y espero con ansias la hora del almuerzo, cada minuto se me hace eterno pero debo seguir esperando, aguardar y esperar al momento indicado.

Observo mis apuntes y las letras ya casi se han borrado, mis manos están sudando demasiado, quizás no sea el momento adecuado, quizás deba esperar otro día. Sí, esa es una buena idea, mañana, mañana le diré todo lo que siento y al fin podre decirle todo lo que ella a despertado en mi.

Hasta que por fin la hora del almuerzo llega, me levanto un poco tembloroso como en mis años de adolescencia y más nervioso que cuando tuve que presentar mi tesis. La veo sentada en la misma mesa donde siempre nos reunimos para hablar y almorzar, ella me sonríe y la mesa una vez más esta sola para nosotros dos, mis manos tiemblan y empiezo a sudar; solo espero no tratar de olvidar lo que le quiero decir.

Hablamos pero no puedo decirle nada, no dejo de ver sus rosados labios, sus ojos y la forma en que me mira y sonríe; ella calla un segundo y estoy seguro que es el momento en que tengo que tomar la palabra, pero soy interrumpido por su voz.
"Mañana... mis padres me realizaran una fiesta de cumpleaños, por mis 22 años... y... quiero que... tu seas mi invitado especial. ¿Quieres venir? Di que sí." - En ese momento toma mi mano y me brinda su sonrisa más tierna. - "Cómo decirte que no. Claro que estaré allí, y te aseguro que será un día inolvidable." - Tomo sus manos entre las mías, y decido que mañana será el día en que le declare mi amor.

[...] Al día siguiente [...]
Al llegar a la casa de María, me quede realmente impresionado con el diseño de su "humilde" hogar, ingrese a lo que parecía ser un castillo; la fiesta seria en el jardín, pero debo admitir que me sentia incomodo entre tanta gente desconocida, claro que para ellos yo era el desconocido; pero esperaría el momento indicado para decirle todo lo que siente mi ajetreado corazón.

Trate de mezclarme entre los invitados que parecen mirarme con desdén, pero no me importa y sigo buscando a la encantadora María. Esperé y esperé hasta que de pronto la vi llegar, todo el mundo se quedó maravillado al verla ingresar por una puerta hecha de flores, ella vestía un simple y hermoso vestido blanco, el cual hace resaltar más su lado celestial.

La miro pero ella no parece reconocerme, me abro paso entre la muchedumbre me quedo un instante mirándola y la veo más radiante que nunca; ella parece mirarme, se acerca a mi y me abraza tiernamente, me besa en la mejilla, y me dice: "Que alegría que hallas venido."

Cuando escucho eso dejo escapar un suave suspiro, pero ella parece no notarlo, mientras su madre la llama para que siga saludando a sus parientes que habían llegado de Madrid.

"Espérame. ¿Si? Ya regreso, me dice mientras se retira."
Aun estoy nervioso y en silencio planeo la forma de como decir lo que siento por ella; voy a la mesa a coger una copa de vino, para darme un poco de antiguo valor, pero allí me topo con un joven.

"María... se a convertido en una mujer muy hermosa. ¿No?"

Lo miro un poco extrañado, y le digo: "Si... es... una chica muy linda"; mientras tomo un sorbo de vino.

Él joven desconocido toma todo su trago en un instante, y suelta una pregunta al aire: "Y... ¿Tú? ¿Quién eres? Porque conozco a toda la familia de María, y jamas te había visto por aquí"

"No. Soy... solo un amigo del trabajo, un amigo de María" - Le digo un tanto intrigado por su repentina curiosidad.

"¿Un amigo? Pues me parece bien." - Me dice mientras me golpea en un brazo, en son de broma y confianza masculina.

Cuando María parece regresar a mi empiezan a sonar unas trompetas, el chico me da su copa, va con los mariachis y le canta una canción a una muy sorprendida María, no recuerdo muy bien la letra de la canción... pero creo que decía algo así... como: "Si nos dejan... nos vamos a querer toda la vida...".

Ella se encontraba muy sorprendida, no sabia como reaccionar y solo trataba de pasar desapercibida en ese instante. Al finalizar la canción el tipo se acerca a María y le da un beso en la mejilla, va con su padre le estrecha la mano fuertemente, toma el micrófono y habla con el publico:

"Buenas tardes damas y caballeros, invitados todos, tengo grandes noticias que darles; esta tarde pedí la mano de María en matrimonio, y su padre acepto gustoso; María y yo vamos a casarnos."

Ella voltea sorprendida a mirarme, sus hermosos ojos comienzan a humedecerse para proceder a convertirse en ácidas lágrimas, y cada lágrima de ella era una estocada en mi corazón.

Buscando a la Musa Perdida - Capítulo II: "Lágrimas"

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